Baer, G., & Langdon, E. J. M. (Eds.). (1992). Portals of power: shamanism in South America. University of New Mexico Press.
La autora propone, desde hace tiempo, una reflexion acerca de los chamanes a lo largo de los últimos 40 años sin prentender que haya una disputa entre lo tradicional y lo moderno; a su vez, toma en cuenta los cambios y dilemas que ha tenido la ciencia antropológica al abordar este tema de estudio en las últimas décadas.
El texto de Langdon consta de trece contribuciones escritas por antropólogos europeos, norteamericanos y sudamericanos. Los ensayos están agrupados en cuatro partes. Así, en la primera parte, compuesta por cuatro capitulos se aborda de manera conceptual el chamanismo así como otras categorías que asociadas como: género, poder y conocimiento. En este contexto, se aborda la noción de Dau, sustancia con cualidades ambivalentes utilizada en las prácticas médicas de estos pueblos, y su relación con el poder.
La autora afirma que el Dau sigue siendo hoy en día la única forma de poder entre los Siona, estableciendo así a los chamanes como líderes políticos. En la misma línea, B,Ilius se centra en el concepto de “nihue” entre los Shipibo-Conibodel Perú. Responsable de la mayoría de las enfermedades, el “nihue” se define como una esencia individual (energía o fuerza vital), de origen animal o vegetal, presente en cualquier ser vivo.
En una segunda parte se abordan de manera más general la experiencia shamánica y de la relación entre el trance y el sueño. Permite apreciar que estos elementos del chamanismo están presentes y coinciden como aspectos importantes de la existencia de diversos pueblos ancestrales. Primero, recurre al ejemplo del Guajiro en la frontera colombo-venezolana se aborda la “normalidad” o “anormalidad” de los signos de la vocación chamánica.
La tercera parte se centra en las formas específicas de comunicación shamánica no verbal; a través de un estudio etnomusicólogo se realiza un análisis de la estética musical del ritual venezolano de sanación Wakuenai. De esta manera, se establece que, los aspectos sensoriales, junto a las formas de comunicación indígena, se están convirtiendo en un elemento significativo en la evolución del discurso regional, un tema de actualidad, dada la galopante expansión de esta forma de chamanismo por todo el mundo, según los autores.
Esta perspectiva de cambio es precisamente la que se aborda en una cuarta y última parte. Allí R. Wright y J. Hill estudian un movimiento mesiánico de mediados del siglo XIX en la región de Río Negro, el cual llamó la atención en ese momento, y cuya memoria se ha conservado hasta el día de hoy: la tumba de su instigador, el chamán Venancio Kamiko, sigue siendo venerada por los descendientes actuales de Wakuenai.
Los autores, proponen sus ideas ancladas a un eje que, supone rechazar la idea del chamanismo como una religión vieja. Los autores tratan de promover su aspecto vivo e interactivo en los mecanismos simbólicos de reproducción social, y además resaltar los procesos de cambio social. Uno de los puntos clave de estas discusiones es la evidente importancia de mas investigación sobre los aspectos institucionales y culturales del chamanismo que sobre las hazañas personales de los chamanes, como había sido el casi estándar hasta entonces en los pueblos de la amazonía. Esto en el sentido de como los chamanes son vistos como algo folclórico en las culturas hegemónicas e incluso en algunas subalternas.
De ahí el afán de Langdon de exponer de primera mano qué es el chamanismo y como está ligado íntimamente a un modo de ser en el mundo de cada individuo que realiza esta práctica. Así entonces la autora realiza varias afirmaciones respectoa procesos y objetos simbólicos entorno a la práctica del chamanismo. Uno de ellos el Dau; La autora afirma que el dau sigue siendo hoy en día la única forma de poder entre los Siona, estableciendo así el chamanes en líderes políticos. En la misma línea, B. Ilius se centra en el concepto de “nihue” entre los Shipibo-Conibo del Perú. Responsable de la mayoría de las enfermedades, el “nihue” se define como una esencia individual (energía o fuerza vital), de origen nimal o vegetal, presente en cualquier ser vivo.
Comprender lo anterior fuera de la dicotomía tradicional/moderno es, probablemente, la manera que más ha hecho eco hoy en día, aunque no en todo lugar; la edición es sumamente crítica en aquellos que no faltan para establecer y debatir incansablemente los vínculos inexistentes, según Langdon, entre chamanismo y patología mental o histeria colectiva. Por lo tanto, se plantea la tesis: mientras la idea del chamanismo sea presentada como institución o expresión de un estatus social, está lejos de ser aceptada unánimemente. Es por eso que, en cuanto a su estudio, se lo ha venido tratando más como una cualidad o un un modo específico de acción que todos llevan a cabo de manera desigual.
Según el autor, el chamanismo se trataría de un caso típico de indeterminación, ya que éstos sólo tienen sentido en un contexto cultural determinado, es decir, entender por ejemplo que, el sistema sígnico establecido alrededor del chamanismo (fobias alimentarias, propensión a soñar, sexualidad etc.) donde la ciencia occidental vería con gusto los síntomas psiquiátricos, tampoco responde a la lógica de un discurso externo apoyado en comportamientos individuales como han intentado establecer algunos autores desde el psicoanálisis.
Así mismo se abordan los aspectos concernientes la comunicación shamánica no verbal. Para el efecto, J. Hill critica previamente lo que caricaturizadamente llama “logocentrismo” el cual, en su opinión, habría pasado por alto las producciones no verbales verbal (gestos, música y otros) en la aproximación y comprensión de los hechos sociales. Según él autor, es a través de los sonidos y la música, y no a través del lenguaje ordinario, que se obtiene la eficacia ritual de las canciones terapéuticas en rituales shamánicos. Es decir, hay todo un abordaje antropológico de los sentidos y de cómo estos, junto al contexto cultural propio de cada uno de estos pueblos originarios, generan significados.
Estos significados, según los autores, corresponden mas a procesos de innovación en lugar de procesos sincréticos, una innovación que se habría producido a partir de una selección de símbolos tomados de la tradición cristiana y reinterpretados de acuerdo con la datos culturales e históricos de los pueblos estudiados. En este sentido, los autores resaltan tambien el hecho de que, es importante entender la integración regional entre pueblos ancestrales, como por ejemplo el caso de los chamanes Kamsá e Inga del Valle de Sibundoy en Colombia. Ellos expresan de un mestizaje histórico entre sociedades ancestrales andinas y amazónicas.
Para concluir, se entenderá además que, el interés del libro está más en su riqueza, diversidad etnográfica y temática de aportaciones, que en proposiciones teóricas. El libro está enriquecido por una bibliografía de 30 páginas sobre el chamanismo que, lamentablemente, parece detenerse al final de los años 80’s. Y no es que los chamanes y la cosmología alrededor de estos derepente dejaran de llamar la atención de antropólogos e intelectuales de ciencias afines, (había mucho interés en sus discursos y la representación de sus experiencias). Mas bien como demustran los autores, resultó extremadamente difícil para ellos, desde la mirada occidental, explicar la riqueza, la complejidad y las múltiples expresiones del fenómeno sociocultural que comprende el chamanismo.
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